conócenos Doctrina Bíblica

Doctrina Bíblica

Nuestras bases bíblicas se asocian firmemente a las doctrinas fundamentales, reveladas en la Santa Biblia. Cabe mencionar que el Señor Jesucristo establece que las vidas recientemente convertidas sean adoctrinadas y enseñadas. (Mateo 28:19-20 , Marcos 16:15)

Luego de haber tomado la mejor decisión de su vida; el reconocer a Jesucristo como su Señor y Salvador por medio de la fe y por consiguiente haber nacido de nuevo, el creyente debe recibir “Instrucciones Bíblicas” con la intención de aprender acerca de su nueva vida en Cristo, así como también las doctrinas, normas y reglas bíblicas que serán el sello en su profesión cristiana.

El Movimiento Misionero Mundial se adhiere a las doctrinas fundamentales de las Sagrada Escritura, tales como:

2 Timoteo 3: 15-17; 2 Pedro 1: 19-21.
La Biblia es la Palabra inspirada de Dios por medio de la cual Él se comunica con su pueblo y la regla infalible de fe y conducta que nos guía con toda seguridad al cielo. A la Biblia no se le puede quitar ni añadir. La Palabra de Dios es inmutable, por lo mismo, sus enseñanzas, preceptos y doctrinas no cambian.

Lucas 24: 47; Juan 3: 16; Romanos 10: 13; Tito 2: 11; 3: 5-7.

La salvación del alma es una transformación que es efectuada en el alma y la vida del creyente. Esta transformación es descrita como un nuevo nacimiento, siendo engendrados por Dios y su palabra.

 

Romanos 5: 1; Tito 3: 7.

Por medio de la fe el hombre puede ser salvo de la condenación eterna. Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, gracias a su sacrificio entregado en la cruz, somos salvos.

 
 

Mateo 28: 19; Hechos 8: 36-39.

Toda persona que sinceramente se ha arrepentido de sus pecados y ha recibido a Cristo como su salvador, debe cumplir el mandato bíblico de ser bautizado en agua. Así que no querer ser bautizado en agua, conforme lo ordenó el Señor, es desechar los designios divinos.
 

Lucas 24: 49; Hechos 1: 4, 8; 2: 4.

El bautismo en el Espíritu Santo es la investidura de poder sobre la vida del creyente santificado. Esta experiencia, lo vivió la iglesia primitiva, y en la actualidad se mantiene como una promesa divina para todo aquel que decide consagrar su vida a Dios.

 
 

Isaías 53: 4; Mateo 8: 16, 17; Marcos 16: 18; Santiago 5: 14, 15.

La Biblia declara que la enfermedad es consecuencia del pecado. Pero la expiación de Cristo se hace provisión tanto para el perdón de pecados, como para la enfermedad. Nuestro Señor continúa sanando hoy, pues ¨Él es el mismo de ayer, hoy y por los siglos¨.
 
 

1 Corintios 12: 1-11.

Para una eficiente labor misionera, es fundamental poseer los dones del Espíritu Santo. Existen nueve dones, de los cuales son clasificados en dones de revelación, poder e inspiración. Sin ellos, la Iglesia carece del equipo necesario para su cabal ministerio, defensa y triunfo contra los poderes del mal.

 

Gálatas 5: 22-26; Efesios 4: 13.

Cuando los dones están en continua operación , la Iglesia no debe olvidar el amor y todo los demás frutos. Dones sin amor es címbalo que retiñe. Seamos completos y balanceados ¨Lleguemos a la unidad de la fe y el conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo¨

1 Tesalonicenses 4: 3; 5: 23; Hebreos 12: 14; 1 Pedro 1: 15, 16; 1 Juan 2: 6.

La verdadera santidad tiene dos aspectos: el interno y el externo. El creyente santificado será diferente tanto interior como exteriormente. Hay de los que dicen ¨lo de afuera no importa¨, pero la Biblia enseña que sí importa.

 

Marcos 16: 15-20; Romanos 10: 15.

Los verdaderos cristianos se esforzaron por mantener las normas y principios bíblicos de reunión, comunión, servicio, adoración, amor y gobierno. Cada iglesia tiene la responsabilidad de trabajar en la evangelización del evangelio, visitando orfanatos, cárceles, hospitales, etc.

 

Génesis 14: 20; 28: 22; Levítico 27: 30; Números 18: 21-26; Malaquías 3: 7-10; Mateo 10: 10; 23: 23.

El creyente debe de cumplir con las obligaciones en todo lo relacionado al sostenimiento de su propia obra y del obrero. Cada iglesia local sostendrá a su pastor por medio de los diezmos y las ofrendas.

 

Romanos 8: 23; 1 Corintios 15: 51, 52; 1 Tesalonicenses 4: 16, 17.

Es la promesa de Dios para aquellos que se han guardado en santidad, esto incluirá a los muertos en Cristo, quienes serán resucitados y transformados en un abrir y cerrar de ojos, para así estar todos con el Señor por siempre.

 

Zacarías 14: 1-9; Mateo 24: 30, 31; 2 Tesalonicenses 1: 7; Tito 2: 13; Judas 14, 15.

Luego de haber transcurrido 7 años del levantamiento de la iglesia (rapto), tendrá lugar la aparición de Jesucristo en la tierra, quien vendrá con sus santos millares y salvará Israel del poder del Anticristo en la guerra del Armagedón. Él, nuestro creador, entregará el pago a los que no quisieron obedecer el Santo Evangelio, y reinará por mil años (milenio), sobre la tierra.

 

Iasías 2: 1-4; 11: 5-10; Zacarías 9: 10; Apocalipsis 19: 20; 20: 3-10.

El ¨milenio¨ se refiere a un período de mil años, en particular, al reinado de Cristo sobre la tierra. Este hecho comenzará con la segunda venida de Cristo y finalizará con el juicio del Gran Trono Blanco.

 

 

Isaías 65: 17; 66: 22; 2 Pedro 3: 13; Apocalipsis 21: 1.

Es un lugar físico en el cual moraremos con cuerpos glorificados. El Cielo que declara las sagradas escrituras, será un nuevo y perfecto lugar en el cual viviremos. La Nueva Tierra estará libre de pecado, maldad, enfermedad, sufrimiento y muerte.